El deseo que hace que toda la superficie de la piel se alumbre. Antes de conocerse ya son íntimos. Ya no se puede vivir sin la mirada del otro, sin su sonrisa, sin su mano, sin sus labios. Se pierde el rumbo. Se vuelve uno loco.
Hubo un momento, un segundo, un suceso concreto que no sabria explicarte cuándo, cómo y dónde fue, en el que ese ambiguo concepto estudiado por todos los filósofos, hoy en día llamado felicidad, pasó a tener nombre y apellidos.
Cuando te hace amar la vida. Cuando te hace desearla y siempre quieres más cual ingenuo niño que tiene todo por descubrir y sentir. Es saber correr detrás de las vías y detener el tren a tiempo para impedir que se marche sin saber si volverá. No dejar pasar ni un domingo de resaca en el que no pienses que debería estar aquí.
Se acerca noviembre pero yo ya no tengo frío, las palabras tienen tantas ganas de salir de mi boca...y decirte que estoy enamorada de ti, que llevo casi trescientos sesenta y cinco días aprendiendo a echarte de menos donde antes te eché de más, creciendo contigo. Tantas ganas... que como de costumbre, a veces tanto, tanto, tanto que al final se queda en nada, y tú vuelves a irte otra noche más a dormir sin saber que eres mi piedra angular en este mundo de locos.
Me das vida.
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